El caminar y el ir en bicicleta en las ciudades requieren de unas características específicas del espacio urbano. Los desplazamientos activos necesitan de ciudades compactas y diversas que generen proximidades y con unas distancias, entre actividades cotidianas, asumibles andando o en bicicleta. Unas ciudades vitales que favorecen la utilización de los transportes activos. Cuando se vive en entornos no diseñados para los peatones y las bicicletas o en entornos con condiciones morfológicas (densidad, diversidad, diseño) que no puedan sustentar estos modos de transporte, la movilidad activa no es una alternativa viable.

Las ciudades caminables y ciclables promueven un estilo de vida saludable y reducen la dependencia del automóvil, a la vez que tiene un impacto positivo en el medio ambiente. Además, promueven la salud física y mental, fomentan la interacción social y la igualdad de oportunidades, y tienen beneficios económicos para los residentes y el sector público.

Cinco son las características urbanas que permiten la movilidad activa: