La intermodalidad implica el uso de dos o más modos de transporte dentro del marco de un solo viaje, destacando la integración consecutiva de diferentes opciones de transporte con una finalidad o destino concreto. 

Para determinar el grado de intermodalidad de las ciudades españolas se ha tenido en cuenta la disponibilidad a 100 metros caminando de los diferentes modos de transporte existentes. Para ello se ha incluido la presencia de infraestructura ciclable (paradas de bicicleta pública compartida, carril bici y estacionamiento de bicicleta privada) y de transporte público como las paradas de autobús, de tranvía, metro y tren. Se han establecido cinco niveles de intermodalidad en función del número de modos de transporte diferentes que coexisten en el área determinada.